Podemos incluirlo en nuestra alimentación aprovechando la adición de este grano a productos como galletas y panes, que se procesan con harina de amaranto.
El amaranto tiene la posibilidad de poder consumirse casi desde la siembra, en forma de germinado, de hojas tiernas en ensaladas o molidas para servirse en forma de sopa. Las hojas de amaranto, además de consumirse frescas, pueden deshidratarse y molerse para conservarla en forma de polvo.
El grano puede emplearse como cereal, tostado y molido para elaborar harina y una gran cantidad de derivados, tales como: dulces artesanales, granola, harinas integrales, panificados, pastas, aceites comestibles, papillas para bebés, concentrados proteicos, barras energéticas y alimentos nutracéuticos especiales para enfermos diabéticos o con cáncer.
